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La Justificación




JUSTIFICACIÓN



Def. acción redentora de Dios por medio de Cristo

  1. Rom 1.17  Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
  2. Rom 3.21-28  Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

27¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

  1. Rom 5.1,2 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 
  2. Rom 8.1-4Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
  3. Gal 2.16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. 


La Biblia dice que somos salvos por la gracia de Dios(Efesios 2.8) y por la justicia de Dios (Rom 3.25,26).

   La gracia de Dios nos dio un Salvador para que fueramos salvos (Jn3.16), mientras que su justicia hace que la salvación se realice en nosotros a fin de que seamos salvos. La parte que abarca desde el nacimiento del Señor hasta su muerte, Su resurrección, Su ascensión, se cumple en nosotros por medio de la gracia de Dios, y la parte que va desde la ascensión hasta el presente se lleva acabo en nuestro favor por su justicia.


¿En que consiste la justificación?

Rom 3.25,26 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. El propiciatorio estaba en el arca y allí se encontraba Dios con el hombre. Pero Dios puso a Jesús como propiciatorio al llegar al hombre por medio de Cristo. Si no hubiera existido el propiciatorio, el cual cubria el arca, la ley que se encontraba en el arca habria condenado el pecado del hombre, pero al hallarse la sangre sobre el propiciatorio, la ley no podia condenar el pecado del hombre, porque sus requisitos se han cumplido He 9.22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Así Dios expresa su justicia y demuestra que el es justo.

   Según la ley, todo aquel que pecare debe morir, pero ya que Jesús murio por nosotros, no tiene que morir, por eso Dios concede el perdón de acuerdo con su justicia. 

Ejemplo:

Supongamos que alguien  le pide que le preste 1,000 pesos y le firma un documento como garantia. Cuando el cancela la suma usted le debe devolver el documento pues la deuda se ha saldado. Si usted no se lo devuelve y le sigue exigiendo pagos usted no seria justo. El hombre peco y merece morir; pero si aplica la sangre de Cristo para pagar su deuda de pecado; Dios no le puede exigir nada más. Al ser perdonado por la justicia de Dios, no importa cuales sean las circunstancias, Dios nos debe perdonar porque el Señor Jesús murio por nosotros.


   De acuerdo con la Biblia la justificación tiene dos significados

  1. El creyente le son perdonados todos los pecados, y
  2. Dios lo ve justo y perfecto.
  3. Al creyente que se acerca a Dios se le considera no sólo perdonado de sus pecados sino tamben justo.
  4. Cuando la persona se acerca a Dios, no solamente es libre de toda mancha de pecado, sino que además es vestido del manto de justicia.
  5. Todo aquel que se acerca a Dios en Cristo, es acepto, del mismo modo que Cristo.


JUSTIFICACION: Acto soberano de Dios por el que, por pura gracia y a base de su pacto, declara aceptos ante Él a quienes creen en su Hijo (Ro 4.2–5).

 

En El Antiguo Testamento

La palabra hebreo tsadag (aparte de algunas pocas veces en que significa «ser JUSTO» [Gn 38.26; Job 4.17, etc.]) significa comúnmente «declarar (o pronunciar) justo». A veces el contexto es jurídico o forense (hallar inocente, declarar justo), y a veces es personal (declararle a uno aprobado y aceptado ante el soberano). Normalmente se refiere al veredicto del Juez, quien decide pleitos (Dt 25.1; 2 S 15.4), defiende al pobre (Sal 82.3; pero cf. Lv 19.15), vindica al inocente y condena al culpable (1 R 8.32; Pr 17.15).

Por lo general, la expresión «declarar justo» se usa en voz pasiva: en el sentido más profundo y teológico; el hombre es justificado por Dios (cf. Is 45.25; 53.11).


El principio de la justicia legal es «haced esto, y viviréis» (Ro 10.5; Gl 3.10–12); el principio de la justificación evangélica es «creed, confesad, y seréis salvos» (Ro 10.9s; Gl 3.6–9).

Pablo proclama que el creyente recibe la justificación de Dios gratuitamente y ahora, puesto que es impartida por Dios en Cristo y recibida por la Fe (Ro 5.1, 17). Según Ro 3.21–31, no depende de las buenas Obras, ni de nuestra obediencia a la Ley (en particular, a la demanda de la Circuncisión); depende más bien de la Gracia divina para evitar toda jactancia humana. Lejos de fluir de algún merecimiento humano (Ro 4.4s; Flp 3.9), la salvación es de pura gracia, y no puede derivarse de una mezcla de gracia y obras (Ro 3.28; 11.6; Gl 2.14–21; 5.4



¿Por qué necesito ser justificado?


Porque la  muerte reinó desde  Adán hasta Moisés (Ro 5.14) porque «por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres» (Ro 5.18) y «por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores» (Ro 5.19s). Por tanto Cristo, nuestro representante, ha asumido la maldición del pecado por nosotros (2 Co 5.21; Gl 3.13); es decir, Dios identificó jurídicamente a Jesús con el pecado. Dicho con otras palabras, «Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no imputándoles (cf. Hch 7.60; Ro 3.25) a los hombres de sus pecados» (2 Co 5.19). Cristo «nos es hecho ... justificación» (1 Co 1.30), «para que fuésemos hechos justicia de Dios en Él» (2 Co 5.21). Así que a nosotros también «la fe nos es contada por justicia» (Ro 4.24s), y recibimos «la justicia que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe» (Flp 3.9).

Cabe aclarar en cuanto a la «imputación» que esta no es una simple transacción extrínseca, y que precisamente ese concepto de «contabilidad celestial» es el que Pablo rechaza en Ro 4.3–5. Quizás por eso Pablo no dice que la idéntica justicia de Cristo se pone a nuestra cuenta, sino más bien que Dios nos imparte «la justicia que es por la fe de Cristo», cuando el contraste lógico a «mi propia justicia» hubiera sido «la justicia de Cristo». Identificados vitalmente con Cristo, nos sujetamos a la justicia de Dios, de modo que «Cristo nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención» (1 Co 1.30; cf. 6.11).


Pablo recalca también la relación entre la Resurrección de Cristo y nuestra justificación. La resurrección señala contundentemente la eficacia redentora del sacrificio de Cristo aceptado y sellado por el Padre, y confirma también su triunfo cabal sobre el poder del Pecado (1 Co 15.17). «¿Quién nos puede acusar?», pregunta Pablo (Ro 8.33s), puesto que Dios es nuestro abogado defensor (cf. Is 50.8) y, puesto que el único juez es el mismo que habiendo muerto por nosotros, resucitó triunfante e intercede por nosotros a la diestra del Padre (cf. Ro 6.4ss) en la semejanza de su resurrección, de modo que la justicia de la Ley se cumple ahora en nosotros los que andamos conforme al Espíritu del que levantó a Cristo de los muertos (Ro 8.1–11).


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